jueves, 16 de abril de 2009

Templo



Las pirámides-montaña de Tikal y Palenque

Muy vinculados a Teotihuacán, los monarcas de Tikal fueron grandes guerreros. Se enfrentaron con otras ciudades como Uaxactún, Caracol y Calakmul. La influencia de Teotihuacán se advierte en la arquitectura.

Probablemente, Tikal haya sido la ciudad maya más poblada. Tiene los templos más altos y más numerosos. Los arqueólogos han contabilizado más de 3.000 construcciones.

La Plaza de la Gran Pirámide concentraba los eventos. Se destacan el Templo del Gran Jaguar, el Templo del Gran Sacerdote, y el Templo de la Serpiente Bicéfala, la construcción más alta desde la cual hay una vista imponente del conjunto de Tikal.

Palenque controlaba el río Usumacinta, y el sur del Yucatán. Dentro del complejo sobresale el Templo de las Inscripciones, llamado así por los 617 glifos grabados en el interior. Contiene los restos de K’inich Janaab Pakal, rey en cuya memoria fue levantado.

Las piramides-montaña de Tikal y Palenque representaban el universo y servían de medio de comunicación con el Más Allá. Exaltaban el poderío de los gobernantes. Los santuarios se ubicaban en el nivel superior y representaban la creación del mundo, la unión de lo subterráneo con la superficie de la tierra y el cielo.

En el nivel inferior, los mascarones del “Monstruo de la Tierra” señalaban la entrada del inframundo.

Los laberintos graficados en el interior de las grutas naturales, y en los subterráneos de Palenque, mostraban el camino para descender al infierno. El rey pasaba por ese rito antes de ser entronizado. Buscaba en el subsuelo el secreto para asegurar el orden cósmico, y batallar contra el caos.

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Su Arte y Ciencia




Parte de las limitaciones de los científicos se deben al carácter fragmentario de los restos arqueológicos, muchos de los cuales provienen del saqueo para fines comerciales. Ello impide conocer el contexto en el cual fueron hallados, dificultando la interpretación de los restos cerámicos.

Generalmente reservada al tratamiento de temáticas relacionadas con el mundo de los muertos, los hallazgos de cerámica son frecuentes en las cámaras funerarias. Los arqueólogos suponen que las escenas son parte de una mitología de las deidades familiares, también representadas con estatuillas sagradas, en el caso de los linajes de la nobleza.

Los pocos murales pintados que se conservan sorprenden por el realismo y la capacidad para trasmitir sentimientos. Es el caso de los frescos de Bonampak, elaborados entre el 600 y el 800 a.C., en la región mexicana de Chiapas. Muestran las ceremonias y los momentos previos a las batallas, su desarrollo, y el sacrificio final de los prisioneros.

Los mayas combinaron originalidad creativa con el perfeccionamiento de los estilos que desarrollaban los pueblos con los cuales entraban en contacto, ya fuesen invasores o vecinos. El arco o la bóveda falsa fue un elemento exclusivo de sus construcciones.

El jade fue un material ritual y mágico más valorado que el oro. Fue la joya favorita. Los reyes mayas lo utilizaban como piezas dentales postizas. Una vez enterrados, las máscaras fúnebres cubrían su rostro, y depositaban en su boca cuentas de jade y maíz para saciar el hambre en el País de los Muertos.

La matemática y la astronomía

El aporte clave de los matemáticos mayas fue la creación del número cero, un concepto abstracto que permaneció ausente durante siglos en otras culturas.

Representaban el cero con una concha marina, usaban puntos o círculos del uno al cuatro, y rayas que valían cinco hasta contar diecinueve.

Su sistema numérico era vigesimal, y no decimal como el actual. Los científicos se preguntan si usarían los dedos de las manos y los pies para contar.

Las técnicas de observación celeste a simple vista que practicaban los sacerdotes mayas son estudiadas por los científicos actuales.

Se apoyaban en un sistema de referencias naturales. Describían las posiciones del Sol, la Luna, Marte, y registraban los eclipses.

Siguieron con detenimiento los movimientos de Venus, planeta al cual le asignaban una gran importancia en la determinación de guerras y sacrificios.

Ciertos edificios obedecieron a cálculos muy precisos. Durante la puesta solar de los equinoccios de primavera y otoño, la “serpiente de luz” sube al Castillo de Chichén Itzá por la escalera de la pirámide. La proyección solar marca siete triángulos de luz invertidos, como resultado de la sombra de las nueve plataformas del edificio. Cada semestre se concentran turistas de todo el mundo para observar el fenómeno.

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Sus Creencias




La selva imprimió por completo la percepción de la realidad. Los mayas creían que una energía biocósmica atravesaba a las personas, a los animales, a las plantas y a los seres inanimados, imprimiéndoles su razón de ser.

A mayor carga de energía, mayor era la categoría y la importancia de cada ser vivo, cosa, o deidad. Los mayas creían que el descomunal gasto que realizaban los dioses se reponía con la sangre humana de los sacrificios.

La creencia en el poder combustible de la sangre muestra dioses vulnerables. Por el contrario, destacaba el papel de los hombres para mantener el universo.

Los mayas representaban la superficie de la tierra como la espalda del caimán, o como una tortuga marina, que sostenía a la ceiba, un árbol gigante sobre el cual se apoyaba el cielo. Al resguardo de su sombra descansaban los sacerdotes, los guerreros muertos en combate, y las mujeres fallecidas en el parto. El cielo se asociaba con la imagen de la serpiente de dos cabezas, imagen de la dualidad de la vida y la muerte.

Más allá de la tierra y el cielo, los mayas otorgaron la mayor atención al subsuelo o inframundo. Además de ser la morada de los muertos y los dioses, era la fuente de la vida, y del maíz, el componente fundamental de su dieta.

El Xibalbá, o País de los Muertos, era un reflejo del mundo terrenal. Construían las pirámides como representación del interior de la tierra.

Centrada en el subsuelo, la noción maya del Otro Mundo abarcaba una dimensión más compleja, un universo paralelo al de los seres vivientes, el cual incluía el cielo, la superficie terrestre, la profundidad del océano y la espesura de la foresta.

El Otro Mundo era el lugar donde se resguardaban los secretos del cosmos y del transcurso del tiempo, los misterios de la vida y el destino de los seres humanos.

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Cronologia Maya


Estelas y Calendarios

Gracias al sentido histórico con el cual pensaban el devenir de la vida, los mayas tuvieron una precupación intensa por medir el paso del tiempo. Llevaban registros minuciosos de los grandes acontecimientos políticos y sagrados, las victorias militares decisivas, la fundación de las ciudades, la coronación de los príncipes, y la emergencia de nuevas dinastías.

A partir de la observación de los astros elaboraron un complejo y preciso calendario. Conservaron la memoria de los hechos significativos a través de la erección de estelas, monolitos o placas talladas en piedra, que permiten conocer su historia mediante las fechas sumamente exactas que llevan inscriptas, y la información que muestran las imágenes grabadas en la superficie de dichas estelas. No obstante, la tarea de los científicos se complica por la concepción circular del tiempo que tuvieron los mayas.

La estela más antigua fue encontrada en Tikal, y pertenece al año 292 d.C. Conforme a las tradiciones mayas, marca el inicio del Período Cásico o Dinástico. La estela más reciente que se ha hallado corresponde al año 889, y fue descubierta en Uaxactún. Ambas ciudades se encuentran muy próximas, en el actual territorio de Guatemala.

El territorio y el entorno natural


A partir del año 292, conforme a las estelas o monumentos de piedra con las cuales acostumbraban a historizar su propia tradición, y hasta el siglo IX, los mayas desplegaron un período de esplendor, el cual dejó su marca sobre otras culturas mesoamericanas.

Los especialistas en demografía histórica especulan que a mediados del siglo VIII, en pleno esplendor del Período Clásico, la población maya de las Tierras Bajas pudo haber llegado a los trece millones de habitantes.

El territorio de los mayas abarcaba la casi totalidad de Guatemala, el occidente de Honduras, Belice, y los actuales estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, parte de Chiapas y Tabasco, en México.

Se distinguen varias regiones. La meseta de la península del Yucatán, la selva de El Petén en las Tierras Bajas guatemaltecas de la región central, la costa caribeña del oriente de Yucatán, y las Tierras Altas de Guatemala y Chiapas.

Durante dos mil años, los mayas lograron desarrollar una sofisticada cultura en un medio ambiente sumamente adverso como la selva tropical de las Tierras Bajas.

Ocuparon un territorio caracterizado por una diversidad ecológica enorme, la cual les proponía distintas exigencias. Las poblaciones de las planicies del norte, cuyo subsuelo está surcado por ríos subterráneos, dependían de la emergencia de cenotes o lagos naturales, y de la acumulación en cisternas, llamadas chultunes. Más al sur el territorio se puebla de ríos, aguadas y pantanos, dando lugar a la región montañosa de Chiapas-Guatemala, y a las regiones costeras.

Sin centralización estatal que unifique a las ciudades, los mayas desarrollaron una cultura sumamente homogénea en el tiempo y el espacio.

La vida de los mayas fue de base urbana, con un entorno campesino y agrícola. Alrededor de los monumentales edificios políticos y ceremoniales, los palacios y templos, con el frente de sus casas orientadas hacia los puntos cardinales, se ubicaban los barrios de los artesanos, los comerciantes y los agricultores. A continuación se situaban las tierras labradas.

El Mayab puede ser percibido como una red continua de viviendas y campos de cultivo, solamente interrumpida por los accidentes topográficos, y anudada por los grandes centros urbanos.